jueves, 9 de mayo de 2013

CARAVANA abriendo puertas a la esperanza.


Unas 150 madres, hermanas y esposas reclaman más celeridad en la búsqueda de familiares desaparecidos rumbo a EE.UU. En víspera del día de la madre, denuncian que la autoridades mexicanas no les facilitan la identificación de restos

*María milagro rivera, busca a su hijo desde 21 de abril del 2000
*Jesús anatolia sosa flores, busca a su hija desde  17 de marzo del 2009
*Francisco salguero, busca a su hijo desde 7 de mayo del 2008
*Luis Alberto López Martínez busca a su hermano desde 26 de febrero del 2001
*Anita Guadalupe Zelaya galán busca a su hijo desde 2 de mayo del 2002
*Telma Yanira Acevedo busca  a su esposo desde el 11 de mayo del 2001
*Heriberto Arévalo crespín busca a su sobrino desde el 10 de mayo del 2009
*josefina Isabel ventura busca a su hijo desde11 de mayo del 2001
* María Inés Méndez busca a su hija  desde 5 de diciembre del 2004
*Eduarda calle de cruz busca a sus dos nietos desde 2009

José Salomón Contreras, pescador artesanal y el último de 19 hermanos, salió de Olomega, La Unión, rumbo a Estados Unidos el 5 de junio del año 2000.
Josefina Contreras, entonces de 63 años, escuchó a su hijo "Chepe" prometerle que dentro de 12 días le hablaría por teléfono. Ella creyó que todo saldría bien pues, durante el viaje, José Salomón sería guiado por un coyote de Yayantique "con 30 años de experiencia" y a quien "nunca se le había perdido nadie".
Cuarenta días después, dos de los hermanos Contreras estaban en México para exhumar y repatriar los restos de su hermano de 19 años. "A él lo habían enterrado en una fosa común", recuerda Lucy Contreras de Acevedo, una de las 150 madres, esposas, hijas y hermanas que integran la Asociación Comité de Familiares de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos El Salvador (Cofamide).
De Acevedo, madre de cuatro niñas, recuerda que la única identificación que acompañaba el cuerpo de su hermano y de quienes habían sido asesinados junto a él era "una cruz y una lata con tres equis". Signos de que las autoridades mexicanas ignoraban su identidad, pero conocían su situación de emigrantes. "Murieron por arma de grueso calibre de las que usan los federales (mexicanos)", afirma.
Esa experiencia, la motivó para colaborar con la organización Carecen y fundar Cofamide en 2006. Actualmente, como secretaria general de esta asociación, comparte su experiencia con otras madres, abuelas, hijas y hermanas de emigrantes desaparecidos.
Esta mañana, la mayoría de ellas marcharán desde el Centro Internacional de Ferias y Convenciones (Cifco) hasta la embajada de México. La acción, entre otros objetivos, servirá para concienciar a la sociedad de que cientos de madres, por más que las rodee la publicidad alusiva al 10 de mayo, tienen al menos un motivo para no celebrar: ignorar qué pasó con sus familiares emigrantes desaparecidos.
Mediante una carta que entregarán en la embajada, pedirán al gobierno de México formar un equipo técnico para el manejo de los restos de migrantes sepultados en las múltiples fosas clandestinas que, aseguran, hay en territorio mexicano. Además, exigirán crear un mecanismo nacional y otro regional para facilitar el intercambio de información sobre los desaparecidos y los restos que no han sido identificados.
Dolorosa búsqueda
"Mi hermano fue asesinado en Tapachula... El mismo día que lo asesinaron salió la noticia en la televisión, pero yo no la vi... Me enteré tres días después, cuando ya lo habían enterrado", relata Lucy. Para repatriar los restos de su hermano, ella y su madre se enfrentaron a la burocracia y a la indiferencia de las autoridades salvadoreñas. Ella recuerda: "En la cancillería me decían que el costo era de 28 mil colones para la exhumación y repatriación. ¿De dónde los íbamos a tomar?... Así anduve tocando puertas hasta que Carecen me dijo que me podían apoyar con la mitad de los costos y los jóvenes de la iglesia donde mi hermanito se congregaba reunieron la otra parte de la plata. Así fue como pudimos exhumarlo y repatriarlo".
Los restos de José Salomón Contreras están sepultados en el cementerio de Olomega. Tres meses después de su entierro, Josefina Contreras obtuvo la residencia que los hijos que ya vivían en Estados Unidos le tramitaron.
"Gracias a Dios", afirma Lucy, "porque se me hubiera muerto de la depresión. Allá está en tratamiento por la diabetes, pero con médicos especialistas", advierte.
Esa enfermedad, cuyo tratamiento ya se había hecho demasiado caro para junio de 2000, fue uno de los hechos que motivaron a José Salomón para arriesgar la vida emigrando ilegalmente.
Su historia es una de las que se mencionan en la tercera parte del documental de Marc Silver y Gael García Bernal: "Los Invisibles".
Esta mañana, las fotografías de decenas de salvadoreños con historias similares serán portadas por sus padres, madres, hijos, hijas y hermanas.
"(En Cofamide) todos tenemos eso en común", afirma Lucy. Lisette Campos, abogada de la asociación, añade que están preparando un informe para el Comité Contra la Tortura de la ONU pues, en su opinión y la de especialistas, " la vivencia de una desaparición es una forma de tortura, (pues) tiene síntomas muy similares". Sueños recurrentes y enfermedades crónicas son algunos de los efectos físicos de preguntarse: "¿Dónde está?"

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